Asidero
El proceso independentista nos hizo saltar por los aires.
Hoy, tenemos una crisis institucional que ha crispado la convivencia, dañando
la imagen de Venezuela y restándonos oportunidades económicas. El soberanismo,
desde el fallecimiento del comandante Chávez Frías se viene construyendo en una
hegemonía política, donde se dinamitan los consensos para ir a una
instrumentalización del lenguaje político e ideológico.
Vamos a un cambio largamente planificado en lo
adverso al comandante Chávez y, ellos lo llaman flexibilización. Durante estos
años ha sido imposible nombrar a nuestros delegados desde la base partidista
mediante elecciones internas. Sería bueno, hacer una praxis. Lo cierto, es que
el modelo actual, también es discriminado y utilizado por agentes de nuestras
organizaciones partidistas e inaccesibles a los grupos familiares, porque ya no
hay un reconocimiento afectuoso. Lo más paradójico es
que para "flexibilizar" el modelo actual no hace falta ningún cambio
legislativo porque la praxis de una escuela monolingüe que el nacionalismo ha
impuesto es ilegal e incumple los porcentajes de participación
ciudadana
La crisis, no es
bloqueo ni guerra económica, son tres factores distintos. Tiene sus
antecedentes. El enfrentamiento de nuestro presidente Nicolás Maduro con una
oposición inútil ha vuelto imposible la situación para el grueso de la
población, a la que apenas le queda tres alternativas, quedarse, pasar hambre y
emigrar
El presidente Maduro,
debe tener una cercanía más cierta con las organizaciones de izquierda.
Básicamente, tiene que ser ideológica. Es menester equilibrar los poderes y
lograr un mayor acercamiento con Rusia, con los chinos hay que tener cautela,
con tal de gobernar el mundo hacen cualquier cosa para lograr el objetivo.
El apoyo a las
iniciativas de Moscú y sus actuaciones en la arena internacional por parte de
nuestro país y hacia nuestro gobierno bolivariano ha sido muy acertado en
varias ocasiones, permitiéndole a Rusia reorganizar las relaciones con los
países latinos. El hecho de que los ciudadanos rusos puedan viajar a la mayoría
de los países latinoamericanos sin visa es una evidencia de ello.
Las
relaciones de Rusia con el bloque de ALBA es una de las claves para entender la
naturaleza del «retorno ruso» a América Latina. Se trata de un «matrimonio por
conveniencia» pues es muy claro que, desde el comienzo de esta relación, los
principales países del ALBA (Venezuela, Cuba y Nicaragua) y Rusia se beneficiaron
de la ausencia de preguntas políticas mutuamente incómodas: el lado
latinoamericano sabía que Rusia nunca haría preguntas sobre las violaciones de
derechos humanos en Cuba, la persecución de la oposición en Venezuela, o el
abuso de poder en Nicaragua. Al mismo tiempo, Rusia sabía que ni Caracas, La
Habana y Managua cuestionarían la forma en que se lleva a cabo la política en
Rusia. No obstante, al final, el ALBA– como bloque regional– cumplió con las
expectativas del gobierno de Vladimir Putin. Esto se debió, en buena medida, a
la falla de varios de sus miembros (Ecuador, Cuba y Bolivia) a la hora de
apoyar algunas de las acciones rusas en Europa, como el reconocimiento de las
repúblicas separatistas en Georgia a pesar de la promesa hecha por Hugo Chávez
en nombre del bloque. Es por esta razón que Rusia abandonó su idea de ser país
observador en ALBA y se mostró más favorable a las relaciones bilaterales con
los países miembros del bloque.
Para
Rusia, el valor clave de América Latina y el Caribe es su proximidad geográfica
a Estados Unidos. Desde la perspectiva del Kremlin, es el «cercano exterior» de
Washington. En Moscú, las élites políticas creen que su propio «cercano
extranjero», o sea el territorio de la antigua Unión Soviética, es una región
donde los intereses de Rusia deben ser tomados en consideración por todos los
demás actores. El gobierno ruso también cree que Estados Unidos ignora
consistentemente los intereses rusos, y por esta razón Rusia debe ampliar su
presencia en América Latina de manera recíproca.
El
director para América Latina del Ministerio ruso de Asuntos Exteriores, en su
oportunidad, Alexander Schetinin, aseguró hace meses que los vínculos entre la
Federación Rusa y los países latinoamericanos no son coyunturales. De esta
manera hacía referencia indirecta a los cambios políticos que se están
produciendo en la región, pero apuntaba a una serie de intereses estratégicos
que no dependen de las transformaciones que puedan operarse en la región.
¿Cuáles son esos intereses estratégicos y qué espera obtener Rusia de ellos?
Casi treinta años después de la caída del telón de acero, América Latina
aparece como un continente de oportunidades para Rusia. La participación de
diversos países de la región en los BRICS colabora, asimismo, con ese proceso.
¿En qué estado se encuentran las relaciones económicas con los distintos
países? ¿Qué tipo de sectores económicos tienen mayor peso para Rusia hoy en la
relación con el continente?
Una de
las estrategias rusas para promover al país desde una perspectiva absolutamente
oficialista y en consonancia con las políticas de Putin ha sido el desarrollo
en español del canal televisivo Rusia Today, así como la promoción de otros
medios periodísticos gráficos y radiales. ¿Qué impacto real están teniendo
estos medios de difusión en América Latina, más allá de los gobiernos
históricamente ligados a Rusia?
El caso
de RT ha sido un verdadero éxito. El canal, que tiene como objetivo convertirse
en una fuente alternativa de información en la región, parece estar acercándose
a este objetivo. A fines de 2017, RT estaba disponible en casi todos los países
de América Latina y el Caribe: un total de más de 300 proveedores de televisión
por cable ofrecen RT como un canal separado para sus suscriptores, y ciertos
programas de RT se retransmiten en otros canales, muchos de los cuales tienen
cobertura nacional e internacional. Muchas personas están viendo la
programación gratuita de RT por Internet, donde el canal está disponible todos
los días y a toda hora en alta calidad. Desde esta perspectiva, si bien Rusia
no puede competir con Estados Unidos, Europa o China en términos de comercio e
inversiones en América Latina, Moscú si parece estar ganando terreno en la
batalla por las mentes de los latinoamericanos.
Pienso que la relación entre ambas partes puede mejorar,
para ello, es necesario encontrar un equilibrio en el intercambio comercial y
promover más misiones comerciales, así como despejar dudas del sector
empresarial latino por el temor a la lejanía. Se debe pasar de un esquema de
economías competitivas a uno de complementariedad
económica. Esto se puede hacer a través del mutuo conocimiento,
el cual deberá de respaldarse por un sistema comercial multilateral
institucional por medio de la OMC,
la eliminación del proteccionismo, el alto costo de los transportes, mayor
acceso a la oferta-demanda comercial entre ambas partes. De darse esto, se
estaría en condiciones de explorar la posibilidad de firmar Tratados de Libre Comercio con
los países de América Latina. Es
necesario una mayor cooperación entre Rusia y la región en el multilateralismo
y la gobernanza global, conceptos usados por el gobierno chino en su narrativa
concerniente al nuevo orden internacional. Esperemos que América Latina vea a Rusia como
un socio, más no como una amenaza y que la cooperación e intercambio cultural,
político y económico sean la constante en el futuro cercano entre ambas
partes.
Hasta la fecha se han realizado mesas de trabajo en los
temas de educación, paz, medio ambiente y transparencia económica y se abrió la
fase regional con el tema de crecimiento y equidad. No obstante, no se advierte
certeza sobre la ruta de trabajo, la dinámica de la discusión ni los resultados
que se esperan en el próximo trienio, el ALBA es de trabajo, tampoco existe una
agenda previa para facilitar la participación de los sectores interesados.
El presidente, Nicolás Maduro Moros, tiene que aplicar una
mejor memoria, pero, esta vez sectorizada para lograr un plan de desarrollo que
es la ruta de navegación del país. El cual, no debe ser modificado y, sobremodo,
aceptar la autocrítica corporativa que permita articular múltiples
organizaciones, la clase media, mujeres, jóvenes y las comunidades étnicas. La
idea es lograr que los grupos organizados permitan liderar la economía, de allí
la importancia del nuevo Centro Democrático u oposición que trabajara con el
oficialismo en La Asamblea Nacional.
La sociedad democrática debe fomentar el hombre libre y
el ALBA, es parte de nuestro espacio
recorrido para afianzar la condición de
individuo soberano y el Estado, debe tener todo el poder para representar verdaderamente la ley y
manejar el ideal de justicia entre todos los venezolanos., así que debemos
profundizar en nuestras prácticas mercantiles y generar verdaderas bases
económicas que nos den no un Estado liberal como lo desea el presidente Maduro,
sino un país socialista de verdaderas competencias económicas.
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