El Reloj del Tiempo
las fallas judiciales
en América del Sur son constantes y los informes de sumarios adolecen de
pruebas causales en la ejecución o descripción de un acto u hecho delictivo,
esto, prevé una constante violación de los Derechos Humanos e invasiones territoriales
a la propiedad privada, carentes de toda justificación. El caso del avión
venezolano detenido en argentina es una usurpación y refleja un impulso
ignorante de un cuerpo de jueces hacia un criterio de movimiento diplomático y
una alarma hacia la emergencia aérea.
El Cuerpo Judicial en
un todo hacía el Sur se encuentra contaminado por una constante violación a la
misma ley. Es una materia en discusión, antes, debemos aprender ser virtuoso y
cumplir con lo escrito y, ejecutar los sonidos de la historia, es un devenir.
Cada página lleva siglos asumiendo sus notas, donde su instrumentación nos
coloca en un estado de bienestar.
“Muchos políticos,
ignoran la hondura espiritual de los filósofos, que, con su pedagogía social impregnan
de sonidos a nuestra juventud. Somos hijos del tiempo”, Así se expresó mi
profesor de filosofía jurídica Alejandro Rossi en su obra, Cartas credenciales.
El gobierno argentino
muestra sus pies desnudos ante el extranjero, no entendió que los iraníes constituyen
un pueblo nómada y que, desde la época del Sha de Irán, la intervención
norteamericana ha sido contumaz, existen hilos de poder entre las mafias como
constructores de empresas ye industriales, buscan y hacen grandes ganancias, enfocándolas
en obras comunes. En todo lugar, hay compromisos mayores que se manejan en
horizontes que se nos presentan como un espejo, el Mar Mediterráneo y, por
ende, el Peñón de Gibraltar es un lugar de compra y ventas de mercancía que
provienen de la burbuja europea y las islas cercanas.
El reinado del sha Reza
Khan llegó a su opacidad. Es que la influencia alemana sobre Teherán era cada
vez mayor y, el Emperador se complacía con cada golpe que el Furher Hitler
asestaba a sus enemigos o, a quienes el odiaba profundamente. En agosto de
1941, ante el estupor del Sha, divisiones de la fuerza británica y el Ejército
Rojo, (Rusia), irrumpen en Irán con el apoyo de EE. UU e Inglaterra.
A la vista de las
circunstancias, los aliados de USA, Inglaterra y Rusia decidieron intervenir y,
se le dio a los Pahleví otra oportunidad. Los ingleses ofrecieron que el Sha
abdicara a favor de su hijo Mohamed- 1919- 80- a quien darían apoyo. En ese
sentido, un joven de 22 años de la noche a la mañana, en un despertar sería el
nuevo Emperador.
Roma, (Italia), siempre
ha sido receptora de las negociaciones del Medio Oriente, obteniendo ganancias
de su petróleo, a pesar de su nacionalización en la firma del famoso decreto de
nacionalización de Massadegh que contó con el apoyo de la máxima autoridad
religiosa del país, el Ayatolá Kashani. Pero, tras dos años, se buscó expulsar
a los ingleses de los campos petrolíferos y, las potencias occidentales
mantienen el bloqueo de Irán y el boicot a su petróleo. Eisenhower se hizo el apático
y, desde ese instante los acuso de comunistas. Reza Pahlevi huye a Roma con su
nueva esposa, Soraya Esfandiary, temeroso de que la ira popular que inunda las
calles de Teherán ponga en peligro su propia vida. Eisenhower le llama para
tranquilizarle y para asegurarle que sigue contando con él. Es en Roma
donde cae en la cuenta del riesgo de perder el trono y decide
abandonar la dolce vita que llevaba hasta el momento y ejercer todo
su poder. Aunque la decisión se tomó con el beneplácito del sha y en connivencia
con el gobierno británico. Cuando regresa de su breve exilio, los estudiantes
están en huelga y se suceden las manifestaciones. Con Mossadegh fuera de la
circulación, el sha reclama la ayuda de Estados Unidos, que responde enviando
45 millones de dólares. Consciente de que necesita su apoyo, empieza a viajar
con asiduidad a Washington y reabre las relaciones con Londres. Es un
retorno a la venta de Irán a Occidente y el principio del auténtico
reinado de Reza Pahlevi.
Empeñado en evitar otra
crisis como la que acaba de vivir, el sha decide emular a su padre y saltarse
la Constitución de 1907, que preveía un gobierno formado por un gabinete y que
limitaba al mínimo los poderes de la Corona. Así, en 1955 destituye al primer
ministro Zahedi, colocado a dedo por los americanos tras la caída de Mossadegh,
y se convierte en mandatario único del país. En la misma dirección cabe
considerar la decisión de crear su particular puño de hierro dos años más
tarde, la Savak, el temible servicio de inteligencia y seguridad interior de
Irán que atemorizaría y castigaría con extrema dureza al pueblo iraní durante más
de dos décadas. Un clima de sospecha, miedo y terror se extiende a
partir de aquel instante por todos los rincones. Se masca de todo menos la paz.
En 1958 el sha se
divorcia de Soraya debido a su infertilidad, y un año y medio más tarde contrae
matrimonio con Farah Diba, una estudiante de arquitectura con la que tendrá dos
hijas y dos hijos, el mayor de los cuales, Ciro, se convertiría en el tan
deseado príncipe heredero. Tras el duro período represivo de los años
cincuenta, las potencias occidentales animan al sha a introducir reformas y
a modernizar el país para evitar dar argumentos revolucionarios a opositores y
agitadores. Así, en enero de 1963 el sha declara la llamada Revolución Blanca
con el fin de reforzar su poder y aumentar su popularidad. Con ella, buscaba
más bien en el exterior el aplauso y el reconocimiento que se le negaban
en el interior. Su primera decisión será la de ganarse a los campesinos
declarando la reforma agraria y ofreciéndoles tierras. Imbuido de un falso
espíritu altruista, el sha trata de dar ejemplo entregando sus fincas.
Viaja por todo el país
y regala actas de propiedad a los campesinos mientras se deja fotografiar para
labrarse una imagen de benefactor. Pero el escándalo no tarda en explotar. Para
su sorpresa, sale a la luz que las fincas y tierras que regala habían
sido expropiadas ilegalmente por su padre tiempo atrás, por lo que tenían
ya un dueño legítimo. Por si fuera poco, ordena quitar tierras a las mezquitas
con el pretexto de regalárselas a los campesinos. La respuesta airada provino
entonces de las mulas, los intérpretes de la religión y la ley islámica, que se
quejaron de que dicha inmunidad era contraria al principio de
autodeterminación. Fue entonces cuando Irán escuchó por primera vez la voz de
un ciudadano de Qom, que contaba ya más de sesenta años: El ayatolá
Jomeini. Tras oponerse al sha de manera implacable, la policía lo detiene, lo
que desata una catarata de manifestaciones que exigen su liberación inmediata.
La mecha se había prendido en Qom. El fuego de las protestas se propagó a
ciudades como Teherán, Meshed, Tabriz o Isfahán. Ante la magnitud de los
acontecimientos, el sha manda sacar el Ejército a la calle.
Reza Pahlevi parecía haber
ganado el pulso, pero su ofensa a los poderes religiosos acabaría costándole
muy cara. La semilla de otro tipo de revolución se había plantado.
Ante tal avalancha
de contrariedades, el sha emprendió una huida hacia delante. En 1967 se
coronaba emperador de Irán en una fastuosa ceremonia a la que asistieron
destacadas personalidades de todo el mundo. Cuatro años después celebraba el
2.500 aniversario de la monarquía iraní inundando Persépolis de un
increíble fasto valorado en 100 millones de dólares. En el ámbito exterior, el
sha jugó la carta de la distensión y practicó una calculada política
neutralista, que permitió visitar Teherán a mandatarios comunistas como
el soviético Podgorny, el yugoslavo Tito o, más tarde, el chino Hua Guofeng. La
jugada parecía arriesgada, pero los esfuerzos por sumar adhesiones pesaban más
que la posibilidad de ofender a sus aliados occidentales. Mientras tanto, la
delicada situación interna llevó al sha a rearmar su ejército sin reparar en
gastos. Su obsesión por adquirir
grandes cantidades de sofisticado equipamiento militar a las potencias
extranjeras alcanzó su apogeo en 1972.
Gobiernos y
empresas occidentales se frotaban las manos ante el ímpetu
comprador iraní, sin tener en cuenta las posibles consecuencias.
En octubre de
1973, los países árabes productores de petróleo limitaron su suministro mundial
como respuesta al apoyo militar que Estados Unidos estaba prestando a Israel.
En diciembre el sha fijó los nuevos precios del petróleo en su país,
cuyo valor se había cuadruplicado a raíz del embargo. Irán pasaba de ingresar
5.000 millones de dólares al año en exportación de crudo a recibir 20.000. Eufórico,
el sha afirmó ante la prensa internacional que en diez años los iraníes
tendrían el mismo nivel de vida que alemanes, franceses o ingleses. Encerrado
en su palacio, ordenó duplicar las inversiones, importar tecnología,
construir plantas de energía atómica y fábricas de productos
electrónicos y convertir el Ejército en el tercero del mundo en cuanto a
potencial armamentístico. Ante su residencia de St. Moritz, en Suiza,
presidentes y primeros ministros de países de primera línea hacían cola para
presentarle sus propuestas. La orgía compradora de Reza Pahlevi arrastraría al
país y a su figura a la catástrofe absoluta. El sha dilapidó lo impensable en
todo tipo de mercancías solo para descubrir que Irán no disponía de puertos
para hacerlas desembarcar, ni de almacenes para depositarlas ni de personal
especializado para transformarlas. Solución: contratar personal extranjero al
que se pagarían sueldos estratosféricos. Una vez más, el sha se equivocaba.
Cubrir de oro a expertos del exterior suponía insultar de nuevo al sufrido
pueblo iraní.
Desde Estados
Unidos, el presidente Jimmy Carter presionaba para que el sha introdujera
ciertas reformas democráticas, lo que, irónicamente, contribuyó a acelerar los
acontecimientos. Conscientes del apremio americano, los iraníes salieron a la
calle con más ímpetu.
A pesar de la
brutal represión, la gente empezaba a perder el miedo y las manifestaciones
masivas se sucedían. En diciembre de 1978, un millón de personas
desplegadas por Teherán determinaron luchar hasta derrocar al sha y
pidieron a Jomeini (por entonces en Francia por la coacción de Irán al vecino
Irak) que tomase las riendas. Finalmente, a principios de 1979 el sha pactó su
salida del país con Bakhtiar, un opositor moderado que él mismo había nombrado
primer ministro quince días antes en un tardío intento de apaciguar la
situación. La familia imperial toma un avión con rumbo a Asuán, Egipto. El
Imperio se volatiliza y la República Islámica, con el régimen de los ayatolás
comandado por Jomeini, toma el relevo. En los siguientes meses, Pahlevi,
enfermo de cáncer linfático, recorrió varios países en busca de un exilio
dorado. Tras descartar Marruecos, Bahamas, México, Estados Unidos y Panamá, halló
refugio en El Cairo, en cuyo Hospital Militar dejó de existir el 27 de julio de
1980.
Teherán
vivió una explosión de alegría sin precedentes el 1 de febrero de
1979. Aquella tarde, el ayatolá Jomeini, aclamado por un millón de personas,
descendía con gran solemnidad por la escalerilla del avión que le devolvía a
Irán para asumir el poder total. El régimen del sah Reza Pahlevi, que
había abandonado el país días atrás, había caído.
Desde su exilio
en Francia, en el que estuvo catorce años, Ruhollah Jomeini, el ayatolá de
luengas barbas blancas, no había esperado inactivo. El mes previo a su llegada,
Jomeini había creado el Consejo Revolucionario Islámico, germen de la
futura República Islámica de Irán, la primera con esta concepción
en el mundo.
Ahora, Venezuela
tiene una estrecha relación con este país del Oriente Medio y la isla antillana
de Cuba
Estados Unidos
de Norteamérica jamás ha sido un sueño o. la tierra de las ilusiones. Es un
territorio que tendrá sus juicios y, fue quien en un principio traslado la
tortura y la represión hacia países inocentes y, en pleno desarrollo. Su misión
es invertir y dotar armamento a cualquier país urgido en reamarse. Los
afectados son los campesinos. Indonesia, es un claro ejemplo de la rapacidad de
sus gobernantes generales, quienes impusieron una dictadura corrupta y brutal.
Los datos históricos se encuentran allí escritos, son escándalos tras
escándalos. Después del Siglo XVIII, nadie es neutral y. nos encontramos con
legislaciones para calificar a un Estado de Terrorista.
Desde Obama Hussein
Barak y con la inclusión de Joe Biden en su gabinete al lado de Hillary
Clinton, los norteamericanos no han podido estabilizar los núcleos de poder en
Oriente. De manera que La Carta de La ONU para las Repúblicas homogenizadas alrededor
de sus colonias poco ha servido y, cada día, miles de civiles son masacrados
por batallones fascistas enraizados en el Este asiático. De manera que la
guerra una diversidad de sentidos y, los ejércitos llenan de sangre las calles
de ciudadanos inocentes.
Lo único cierto
es que, tenemos una desconstrucción del Estado en su esfera multipolar y, donde
los antiguos aliados de las potencias y ninguna de ellas, quiere la libertad e
independencia de sus antiguas colonias, como aquí, ya no hay una vinculación
entre el chavismo y el madurismo. Lo que implica un desmontaje de los Estados.
Lo cierto es que el madurismo es una fuerza política más allá del Psuv y que
cubre al G4 y, los que miran con emoción como el presidente Nicolás Maduro
Moros rige el país, porque el asunto de gobernar, poco ha sido de conceptos.
De modo que es entendido
que acusar a un iraní de terrorista es algo baladí, todo el que fije residencia
en el Este asiático y en la antigua Persia y tierra de los Imperios Románico,
Griego y Otomano refleja esta caracte3rización.
Estados Unidos,
en lo absoluto, nada tiene que hacer en su intervención invasora hacia países
terroristas, así denominados por ellos mismos. Es que, ¿Acaso, Libia es un
Estado terrorista, ¿en tiempos de Gadafi y ahora? Son criticas monopolizadoras para sembrar el
terror y llevar a los pueblos hacia una brutalidad. Entonces, tenemos un
compromiso con la democracia. Hay mucha histeria. Cada país debe defender sus
ideas, no es cuestión de particularidades, no es cuestión de simple terrorismo
de Estado. Repito. Se necesita la garantía de un Estado soberano, cada región
defiende su territorio, Venezuela desde la época de Bolívar se distanció del Estado
Guayana que contaba con una capitanía.
De modo que Miranda y Sucre tenían que estar vigilante con el oriente
venezolano y darle ayuda militar a Manuel Piar, ya que Paéz, defendía el occidente,
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