Aventis
En nuestro país el voto ya no es libre y hay severas sanciones para quien
no se someta al totalitarismo democrático. En fin, ¿Digo alguna falsedad?
¿Podría decirse de otra forma? Quizás, pero, pero no se sí funcionaría, no lo
creo. Por eso tenemos lo que tenemos y, no esta mal que sea así. El presidente
Nicolás Maduro Moros fue votado por una mayoría de venezolanos y están
satisfechos por su ejercicio en el poder, es claro, la democracia nuestra
permite que todos participen y puedan ser escuchados. Bien por eso.
Respeto a todos los presidentes, pero, ya no creo en muchas cosas, el
presidente Chávez me hizo perder la fe en la democracia y abrió el camino para
que se rompiera la equidad política, porque teniendo tanta masa popular se dejo
engañar por una tribu que él mismo engancho en el Proyecto Bolivariano.
No es contradicción de mis principios, pero el ataque al diputado del
Partido Comunista de Venezuela, Figuera, sorprendió a todos. Parecían hienas,
las misma que atacaron a Mao, Gramsci, Rosa de Luxemburgo y a Trotsky.
La democracia se impone tras un conjunto de campañas pasadas que tuvo su
primacía, cuando por el voto popular ganó las elecciones en un proceso abierto
y, esto, lo sabía muy bien Fernando Ocho Antich, Ministro de Defensa del
socialdemócrata y presidente para Latinoamérica de la Internacional Socialista,
Carlos Andrés Pérez. Ese fue el primer filtro y casi nadie lo pasó, luego llegó
el caracazo.
Los ciudadanos de todas maneras van a votar, a sabiendas de los vestigios
del viciado en el Consejo Nacional Electoral, (CNE). Nada de esto, le importó a la población, fue
al momento del sufragio y escogió a sus dos candidatos favoritos en ese largo
proceso, Chávez y en el tiempo a su elegido, Nicolás Maduro Moros. Es un
programa de gobierno de nivel estructural.
En el fondo, la problemática de las elecciones en un momento dado y, la
guerra universaliza el espíritu del hombre, se encuentre donde se encuentre y
sean quienes fueren los contendientes.
Chávez tuvo que enfrentarse a un conjunto de realidades en la adaptación de
la V República a los procesos políticos actuales. Eran diversos mecanismos de
confrontación y resistencia que hoy siguen. Estas formas en el contexto es un
gran esfuerzo de aprobación, tenemos el cimarronaje o fuga, conflictos legales,
estrategias para acceder a la propia realidad y la lucha violenta que tuvo su
punto grave en el llamado de Leopoldo López a las guarimbas.
Dándose situaciones complejas en el poder, tanto en la sociedad civil como
en la casta militar. Estos, tuvieron acceso al control de tierras y
administración de alimentos, que de cierta manera se necesitaba ese esfuerzo,
pero el ejercicio militar quedo a un lado, perdiéndose el engranaje político
como su fase de blanqueamiento contra la corrupción, en ese tránsito del
desarrollo industrial y empresarial del Estado.
Chávez y Maduro, aparte de ver la muerte muy cerca, tuvieron que analizar
las tipologías de diferentes enfermedades que volvieron aparecer sobre América
y Venezuela, a sabiendas de los factores de riesgos en nuestra población, entre
las cuales se encuentran algunas infecciosas y otras generadas en los embarques
de los puertos y aeropuertos. Para su control se utilizan registros de control
en parques, hospitales, parroquiales e información judicial referentes a los
centros de retención policial. Lográndose en primera instancia un corte parcial
de dichas enfermedades.
La gran lucha del Proyecto Bolivariano es proscribir el colonialismo. Debemos hacernos ciertas preguntas, desde luego. ¿Pudo el pensamiento
europeo, incluso en sus momentos más revolucionarios, desasirse por completo de
la mentalidad racista y esclavista? En efecto, muchos espíritus abiertamente
abolicionistas señalaron con ímpetu la vergüenza ignominiosa de un
republicanismo revolucionario que pretendía sostener, incurriendo en
nauseabunda contradicción, la esclavización de otros seres humanos. También es
cierto que tales espíritus llegaron a tener notable influencia política (hasta
el punto de que la Asamblea francesa, , declaró abolida la esclavitud en los
territorios de ultramar). Pero la mentalidad colonialista y racista permaneció,
como un quiste casi inmarcesible, en el pensamiento europeo. Y, cuidado, porque
no hablamos sólo del pensamiento reaccionario; también en el pensamiento
“emancipador” perduró aquella herencia racista y colonial. Incluso en el
pensamiento europeo más radical, aquel que pretendió liberar a las masas
explotadas de todo el mundo, podemos detectar la mencionada herencia. Nos
referimos al pensamiento socialista, toda vez que algunos elementos vinculados
al colonialismo eurocéntrico permanecieron anclados en buena parte de los
discursos marxistas.
Sin embargo, debemos
ser muy cuidadosos y prudentes a la hora de trazar impugnaciones holísticas y
enmiendas a la totalidad. “Provincializar Europa”, como ha sugerido Dipesh
Chakrabarty (2008), puede resultar saludable en muchos aspectos, sin duda.
Pero, una vez constatado esto, debemos seguir indagando e interrogando, porque
parece innegable que sí existieron “elementos de modernidad” contrarios al
despliegue criminal del colonialismo. Podemos plantear serias dudas sobre la
tesis fuerte de Mignolo, puesto que “modernidad” y “colonialidad” no
son enteramente consustanciales; y no nos referimos sólo a los
ideales de la Ilustración (utilizados por los revolucionarios negros de
Haití contra el imperialismo colonialista francés), sino
también a cierto pensamiento español del siglo XVI. Hablamos de la Escuela de
Salamanca, cuyos representantes más conspicuos (muy críticos con la Conquista)
pusieron los cimientos de lo que luego sería el derecho internacional, al
postular por vez primera la existencia de un “género humano”
igual modo, las
diferentes “Declaraciones de la Selva Lacandona” de los zapatistas (la primera
de ellas, en 1993) se realizan desde el punto de vista indígena (“somos
producto de 500 años de luchas”), eso es cierto, y se vindica la memoria de
todos aquellos que fueron ignorados y pisoteados por unos y por otros, durante
la Colonia y durante los diferentes regímenes del México republicano. En los
levantamientos zapatistas, sin duda, sí existió una cierta “rebeldía
epistémica” que se enfrentó a la aculturación violenta que aplastó durante
siglos la identidad cultural y los modos de vida de los pueblos indígenas. Pero
en aquella Declaración se reclamaban “trabajo, tierra, techo, alimentación,
salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz”; y lo
cierto es que la mayoría de estos elementos no proceden de alguna cosmovisión
indígena local, sino de aquel proyecto europeo que conocemos como Ilustración
Hugo Chávez Frías
tuvo que actualizar toda esta documentación para crear una conciencia pública
civil, indígena y de producción, pero, muchos se aprovecharon de su condición
humana y se robaron el dinero dado a las
cooperativas mediante créditos bancarios, más de una oposición apátrida que llamaba a la
destabilización desde un principio, no querían nada de izquierdas en América
Latina y las oligarquías colombiana y venezolana al lado de la burguesía
comenzaron adversar las teorías políticas como los principios de democracias
reflejados en la Constitución de 1961 y la otra de 1999, con el voto
mayoritario del pueblo.
La obra de Walter
Mignolo, en algunas ocasiones, ha recaído en un cierto esencialismo
identitario. Pero hipostasiar la propia identidad, aunque fuese para
contraponerla de forma defensiva a la identidad forjada por los dominadores,
mantendría la estructura binaria construida precisamente por estos. Con tal
proceder se habría sucumbido a la lógica profunda con la cual el pensamiento
colonial objetivó a los pueblos subyugados; se estaría empleando una misma
estructura discursiva (Polo Blanco 2018a). En otros pensadores decoloniales,
por ejemplo, en Enrique Dussel o en Santiago Castro-Gómez, podemos hallar
posiciones más matizadas, historizadas y antiesencialistas. En cualquier caso,
y al igual que todos los pensadores y pensadoras situados en la órbita del “giro
decolonial”, Mignolo sostiene que la “modernidad europea” se halla coaligada de
modo indisoluble, hasta el punto de ser
realidades absolutamente indistinguibles, con la colonialidad
Es verdad que una
lacerante ironía, y lo expresamos así para mantener cierta cautela, ha latido
desde siempre en el pensamiento emancipador europeo. Cómo no recordar, lo
señalábamos hace un momento, el tremendo ejemplo de Santo Domingo, colonia
francesa nada menos que en 1789. La revolución martilleaba con frenesí las
calles de París, mientras un deleznable sistema esclavista permanecía en las
Antillas colonizadas. Bien es cierto que, en su momento más ardiente y pujante,
la Asamblea francesa (la Convención Nacional) otorgó la libertad a los esclavos
de las colonias (el 4 de febrero de 1794). Este hito debe ser remarcado,
aunque, poco tiempo después, los sectores más reaccionarios (espoleados por la
burguesía marítima francesa y por la plantocracia blanca de las
colonias antillanas) revocaron dicha liberación.
No es fácil para el
presidente Maduro aclimatar las jerarquías políticas en el Caribe,
Centroamérica y Sudamérica. Además, una oligarquía que devasta el bolívar
soberano ante el dólar fronterizo.
Entonces, no es con
la modernidad que se superará la colonialidad, pues es precisamente la
modernidad la que necesita y produce la colonialidad” Esta contundente tesis,
empero, debiera ser matizada en ciertos aspectos. ¿Acaso no hubo una cierta
“modernidad” que se empleó, precisamente, contra el sistema
colonial más criminal? La Revolución de Haití, por tomar un episodio histórico
muy significativo, debería hacernos reflexionar sobre la presunta imposibilidad
de hallar “elementos modernos” emancipadores y anticolonialistas.
Lo que nos indica que
Oscar Pérez y otros héroes, conceptualizándolos, desconociendo la historia
expusieron sus vidas ante una multitud de ciudadanos que desconocían su
identidad política e histórica ante un Henrique Capriles Randosky que no
centralizó sus discursos en la realidad contextual de los afroamericanos y
amerindios. Una ignorancia total ante los antecedes de la lucha de la izquierda
desde el Siglo XVI.
Es cierto que la
matriz colonial produjo una categorización jerárquica de los saberes y un
drástico criterio de demarcación para sepultar múltiples conocimientos en el
área tenebrosa de lo “ingenuo”, lo “supersticioso” y lo “atrasado”. Las
connotaciones racistas que latían en la antropología kantiana, de hecho, han
sido estudiadas de manera crítica (Chukwudi Eze 2001). Y es verdad que en muchísimas
ocasiones el celebérrimo Sapere aude podría ser traducido, a
tenor de lo dicho, como “desaprende lo que sabes y atrévete a ser europeo”.
Estados Unidos y Europa promulgaron grandilocuentes Declaraciones que
consagraban derechos humanos inalienables, y sólo un minuto después
circunscribían el alcance de dichos derechos a los varones blancos que eran
propietarios y heterosexuales; una falsa “universalidad” que dejaba fuera a
todas las mujeres blancas, a los varones blancos pobres o no-propietarios, a todas
las mujeres y a todos los varones no-blancos, a todos los no heterosexuales,
etcétera.
Un Chávez, tuvo que
recopilar todas estas historias y llevarlas al pueblo para que entendieran su
posición ante la política francesa y estadounidense que quería y desea en lo
presente esclavizarnos bajo un techo de verdades subjetivas. ¿Entendimos? Claro
que no, Una oposición de malos entendidos llama a no votar, sabotear al Estado
y crear inflación virtual y real al lado del peor gremio que ha tenido
Venezuela, el de los transportistas y Chávez lo entendió e importo miles de
buses chinos para romper con este monopolio, luego el presidente Maduro
mediante la asesoría de Rafael Lacava trajo autobuses de Estados Unidos de
Norteamérica. Todavía seguimos con el mismo problema político y de sinceración
social, donde se levanta una moneda que no es la nuestra y que quebranta
nuestra economía.
Pero el problema no
era la Ilustración; el programa ilustrado no podía ser culpable de lo que
algunos (o muchos) hicieron en su nombre. El problema es que las potencias
europeas no aplicaron un programa que sólo retóricamente decían sostener. Y no
podemos negar el tremendo potencial de dichas ideas, que incendiaron todas las
subversiones independentistas del continente americano. Pero no sólo las
revoluciones criollas (Bolívar, Sucre, San Martín), puesto que la primera
revolución antiesclavista de la historia que salió victoriosa, la de los negros
de Haití, también estaba informada y animada en muy buena medida por dichas
ideas ilustradas.
El propio Mignolo,
que fundamenta todo su corpus teórico en la decolonización epistémica, admite
incluso lo siguiente: “Cuando me refiero a decolonizar el conocimiento,
entonces, lo hago con y contra Kant” Dice
Mignolo que aquellos negros no necesitaban a Kant para luchar por su propia
liberación, y que, de hecho, apoyarse en las ideas de Kant (en la filosofía
ilustrada europea, valdría decir) les jugó en contra a los haitianos, en el
sentido de que los llevó a reemplazar su propia creatividad por ideas foráneas.
Pero resultan bastante sorprendentes dichos comentarios, porque la revolución
devino triunfante y Haití alcanzó, de facto, su independencia.
Por lo tanto, no nos
parece del todo prudente la afirmación de Mignolo, cuando de manera contundente
sentencia que “no se puede ser moderno sin ser colonial” (2007, 80). ¿Acaso no
existían elementos de “modernidad” en la Revolución haitiana y en el
levantamiento zapatista? Debemos responder que sí, y al hacerlo, constataremos
que “modernidad” y “colonialidad” sí son elementos
distinguibles. Podemos verificar que con ayuda de algunos pensamientos modernos
también se combatieron el imperialismo y el colonialismo (que son fenómenos
plenamente modernos, al menos en cierto sentido, puesto que ya hubo imperios en
la Antigüedad). Los ideales creados por Europa han prosperado a pesar de
Europa; es más, en muchas ocasiones han prosperado contra Europa.
Se podría decir, empleando un léxico kantiano, que hubo progreso moral de la
Humanidad a pesar de Europa y contra Europa.
¿O acaso la épica victoria de los negros exesclavos en Haití, que hicieron
morder el polvo a la Francia imperialista, no fue un progreso para la
Humanidad? El empleo de las preposiciones no es un mero juego retórico: fue un
progreso de los negros haitianos contra Europa;
pero al mismo tiempo, ese hecho representó un progreso moral para la
entera humanidad.
El comandante Chávez,
el solo, luchó contra ese neocolonialismo e imperialismo.
El eurocentrismo
surge cuando la historia provincial de Europa pretende ser el
“cauce” principal y esencial de la Historia Universal. Y es así, en definitiva,
que “las historias locales europeas han sido proyectadas en diseños globales” En
ese mismo sentido, también sostiene una tesis contundente: modernidad y colonialidad son
dos nociones mutuamente correlativas. O, dicho de otra forma, a la modernidad europea
le son inherentes el colonialismo (económico-político y militar) y la
colonialidad (epistémica, lingüística, simbólica y discursiva).
¿Por qué Europa?
Porque junto al Grupo de Lima quiere levantar y enjuiciar criterios no cónsonos
contra La República Bolivariana de Venezuela.
Por todo ello, no es
suficiente proponer la imagen de una “América invertida”, como hizo el artista
uruguayo Joaquín Torres García. Advierte Mignolo que, si bien es un paso
importante esa desnaturalización de las posiciones, que ubican al Sur arriba,
no es suficiente; y no lo es porque dicha cartografía sigue conteniendo
demasiados silencios y demasiadas ausencias (Mignolo 2007, 169-172). Los
latinoamericanos se quejan con razón cuando los estadounidenses se apropian de
la voz “América”, porque con ello excluyen todo lo existente al sur del río
Bravo. Pero esa queja resulta insuficiente para millones de indígenas que no se
identifican ni como norteamericanos (o angloamericanos)
ni como latinoamericanos. Ellos habitaban otro mundo, pero les
robaron hasta el nombre, porque el sistema colonial-imperial siempre se reservó
una facultad muy poderosa: la de nombrar y renombrar. El pachakuti,
ese vocablo con el que algunos pueblos andinos prehispánicos se referían a la
tremenda dislocación cultural que sufrió su mundo tras la Conquista, fue
también un traumatismo epistémico. Los nativos, de repente, ya no conocían su
propio universo; los viejos nombres ya no valían, y la topografía existencial
en la que habían vivido mutó para siempre.
A ese punto de la
comprensión latina nos quiso llevar Chávez. ¿Por qué lo mataron? ¿Era el cáncer
natural? De eso queremos interpretar y llegar a una realidad. El silencio
todavía continua.
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