El Reportero del Pueblo
Colombia, tiene que ir más allá de una implementación
autoritaria de dominación para lograr que el destino urbano del ciudadano, le
permita aminorar los conflictos parroquiales y municipales y, que la burguesía
no atrinchere las formalidades políticas democrático- burguesa. Lo que se debe
implementar es la formación de una conciencia colectiva y que el discurso
político sea una propuesta para el ordenamiento del enfoque político- social
del Estado. Ya la propaganda electoral debe quedar atrás y los dos candidatos a
presidir Colombia deben asegurar una participación no segmentada del pueblo, ya
que dicha representación debe ser total.
Hay
que destrozar paradigmas. En el mundo actual las ciudades, y más aún las
metropolitanas, son el motor de cambio nacional; es desde la ciudad desde donde
se debe plantear el desarrollo y no desde un gobierno central. Ello implica
entender que un programa de gobierno no consiste en preparar proyectos para
llevar al gobierno central para que nos los hagan, sino entender que la ciudad
debe estructurar sus proyectos y “venderlos” en la búsqueda de inversión
privada, escasa y difícil de atraer, pero con más posibilidades de lograr algo
como no sean las incontables promesas fallidas de gobierno tras gobierno
nacional.
Un adagio dice
“cuando el alumno esté listo, aparecerá el maestro”. No a la revocatoria, sí a
la convocatoria.
La convocatoria
para el pueblo colombiano hacia el voto presidencial nunca debe ser estático, y
la planificación urbana municipal debe ser cumplida desde el eje central. Las
administraciones locales le deben cumplir a la ciudadanía, no a la burocracia
nacional. Es una convocatoria nacional del voto, más allá de los perfiles
de Petro y Hernández, son precisiones que reflejan importancia en los dos
partidos fundamentales de los hermanos colombianos.
Se necesita definir
un programa de gobierno nacional capaz de sacar a Colombia del marasmo
económico ralentizado y, debe tener una creación colectiva de capacidades y
liderazgo con el costo personal que ello implica.
La palabra
desarrollo hace mucho salió del léxico local. Por eso el tema va más allá: ¿el
cambio es de personas o es de visión de ciudad? Desde ya lo que se propone es
un debate abierto liderado por líderes gremiales, la academia y organizaciones
de la sociedad civil (no las organizaciones sociales de corte socialistoide).
No jugarles más a candidatos con “programas” de gobierno tipo lista de mercado.
Como decía Álvaro Gómez, pongámonos de acuerdo en lo fundamental: estado
semicolectivista o iniciativa privada, entrega al centralismo o búsqueda de
descentralización”.
El próximo 29 de mayo de 2022 los
colombianos saldrán a las urnas a votar por la fórmula que dirigirá al país en
el cuatrienio 2022 – 2026, así las cosas, tenemos dentro de los más opcionados
a los siguientes líderes políticos a la presidencia, Alex Char, Gustavo Petro,
Rodolfo Hernández y Federico Gutiérrez.
Faltando 5 meses para las elecciones,
el panorama político tiene tres escapados del pelotón según las últimas
encuestas se puede concluir que Petro tiene la delantera, pero muy cerca está
Rodolfo Hernández, sin trabajo político a nivel nacional que crece día a día en
popularidad y es el más buscado por los colombianos en Google.
En un tercer lugar tenemos a la
coalición de los indecisos que prefieren votar en blanco o no saben aún por
quién votar, personas que, si salen a votar, muy seguramente el Estado
Colombiano se ahorraría muchos millones de pesos en una segunda vuelta
innecesaria y costosa para el gobierno nacional, que requiere de más y más
recursos para la inversión social en un país afectado fuertemente por la crisis
económica consecuencia de la pandemia.
Así las cosas, el panorama político
está muy interesante.
Rodolfo Hernández, representa para los
colombianos la opción diferente, el político que no es político tradicional, el
que no prepara sus discursos con palabras bonitas, sino que dice verdades con
un lenguaje claro, coloquial, sencillo y basado en la realidad.
Esto es sin lugar a dudas lo que marca
la diferencia a Rodolfo de los otros candidatos, su campaña se está virilizando
en redes que es la tarima moderna de hacer política, ejemplo de ello es el
video de Rodolfo vestido de Papa Noel realizado por el columnista Daniel Samper
que se ha compartido en su cuenta personal más de 12.101 veces, ha tenido 4.027
comentarios y 42.139 me gusta o corazones.
Dicen fuentes cercanas a la campaña de
Rodolfo, que la frase tradicional que aparece vía al aeropuerto se debe adaptar
a la coyuntura política actual de la siguiente manera “Santandereano vota
Santandereano”, estamos a meses de que Santander tenga opción de poder
nacional, sin lugar a dudas esto sería de gran ayuda para promover el
desarrollo del Departamento, pues la historia de Colombia comprueba que los
presidentes siempre son regionalistas con su inversión, a ver si de una vez
damos por terminada la vía a Málaga, pavimentamos todos los kilómetros de vías
terciarias, promovemos la inversión pública y social, claro está sin descuidar
las demás regiones del país que también requieren de una mayor inversión.
Colombia es un país
maravilloso que tiene muchas bondades para crecer y hacer para sus ciudadanos
un lugar mejor para vivir, donde los recursos públicos se inviertan con
eficiencia y honestidad, si esto ofrece Rodolfo y Colombia lo avala, que se
haga la voluntad del pueblo soberano.
Estas elecciones exigen generosidad, entrega,
trabajo sin descanso, un empresariado consciente y actuante. Pero, sobre todo,
dejar los egos, las vanidades, las legítimas aspiraciones personales y
partidistas a un lado, y construir una unidad de quienes defendemos la
democracia, las libertades y la economía de mercado como el mejor mecanismo
para crear riqueza, generar empleo y reducir la pobreza.
La ciudadanía haría
bien en tomar nota de cuáles son las propuestas de política exterior de cada
una de las personas que se han postulado para la Presidencia. Un candidato que
no diga nada acerca de los derechos humanos en política exterior seguramente no
querrá que nadie tampoco diga nada en el exterior acerca de los derechos
humanos en Colombia. Esto es un problema mayúsculo.
Con un elevado
número de conflictos y de tensiones sociales a lo largo y ancho del territorio,
sea cual sea la persona elegida, ella tendrá que lidiar con numerosas
situaciones de perturbación del orden público. Este Gobierno, responsable de la
ola de represión más cruenta de las últimas décadas, se ha caracterizado, como
muchos de sus predecesores, por proyectar una imagen falsa de la realidad
colombiana y por evitar y entorpecer todo tipo de monitoreo sobre la grave
situación de derechos humanos que tenemos. Al revisar la historia diplomática
colombiana, hay capítulos que lo llenan a uno de vergüenza. Uno de ellos es la
actitud asumida frente al gobierno nazi en la década de los 30 del siglo
pasado, así como el haberles dado la espalda a los judíos que huían de su
persecución. Se tuvo un gobierno antisemita y apocado ante Hitler, que solo en
teoría defendía los derechos de las personas. En la práctica, estaba interesado
en mantener los acuerdos comerciales con el régimen nazi.
La afirmación según la cual Colombia
ha implementado un modelo neoliberal, habiendo sucedido lo mismo que en Chile,
y que en consecuencia debemos esperar la elección de un gobierno similar, puede
servir como argumento a pocos meses de la elección, pero no pasa de ser una
tautología que, en política, en las sociedades y en el mundo real, no funciona
ni tiene antecedentes.El neoliberalismo, un modelo que pusieron de moda el
consenso de Washington y el economista Milton Friedman, caracterizado por la
preeminencia del mercado, absolutamente en la asignación de recursos de la
sociedad, fue aplicado sin reparos en el Chile de Pinochet. En Colombia, a
diferencia de Chile, salvo el proceso de apertura económica, una consecuencia
de la ampliación del sistema económico, pero también del progreso tecnológico,
es que no se debe hablar de gobiernos sino de políticas de libre mercado,
siempre bajo la orientación y la preeminencia del Estado como establece la
constitución actual y como lo hizo la de 1886. El termino se utiliza peyorativa
y políticamente como estereotipo del “establecimiento”, que lo utilizaría para
mantenerse en el poder.
Por su parte la apertura económica,
que fue una manera de ajustar la legislación y normas del país a la
globalización, no ha sido nunca una decisión optativa, a menos que como Maduro,
o los progresistas emperadores de la dinastía Kim, decidiéramos vivir en
autarquía y jugar a los Robinson Crusoe, para que la gente muriera
-literalmente- de hambre, se fuera del país, como ocurre en Venezuela o se
quedara bajo amenaza de muerte, como sucede en Corea del Norte. Ningún país o
gobierno estaba, ni está, en condiciones de decretar o prohibir la
globalización, la mundialización de la estructura productiva y de comercio, la
internacionalización del capital ni la integración de los mercados. Para
cualquier gobierno es imposible detener la extensión de la división del trabajo
-la globalización- como en su momento lo fue intentar frenar la revolución
industrial. El concepto de mercado abierto hace referencia a la manera como el
mercado se ajusta de manera autónoma, mediante oferta y demanda, y cómo una
mano invisible orienta los recursos de la sociedad. Pero ni siquiera Adam Smith
o David Ricardo, los precursores de la economía moderna y el liberalismo clásico,
consideraron que el mercado por sí mismo solucionaría los problemas de la
sociedad. Siendo la ganancia individual el catalizador, alguien debe ocuparse
de los bienes públicos, los que por sí mismos no generan utilidades.
Precisamente Ricardo destacó dos excepciones que siguen aplicando: la
protección de la industria incipiente y la seguridad y defensa de las naciones.
Cualquiera de esos dos supuestos en los estados liberales explicaría la
conducta de los diferentes gobiernos de Colombia desde el siglo XX, a
diferencia del Chile de Pinochet.
Chile iba aceleradamente a alcanzar un nivel alto
de desarrollo. Es el país de Latinoamérica con el segundo menor índice de
pobreza (10,9%) después de Uruguay, el de menos desigualdad, con un coeficiente
Gini de 0,47 (Colombia 0,526), el de mayor ingreso per cápita, USD$13.231,7
(Colombia USD$5,332,8), y el de mejor índice de desarrollo humano 0,851
(Colombia 0,767). Era la envidia de las demás naciones del Continente. A pesar
de todos esos avances, Chile sufrió hace unos meses una oleada de desbordada
violencia, destrucción de infraestructura urbana y del metro de Santiago,
incendios y saqueos de bancos, comercios e iglesias, y bloqueos permanentes de
calles y avenidas. Al final, el Gobierno aceptó que se convocara a una asamblea
constituyente que terminó con mayorías de izquierda. En las elecciones
recientes, ganó la Presidencia un muchachito de 35 años, radical de izquierda,
sin ninguna experiencia y muy poca preparación académica.
No leyeron nunca a Antonio Gramsci. “La única
forma que tenemos de hacernos con el poder, como comunistas, no es como hizo
Marx. Nosotros debemos infiltrarnos en la sociedad, infiltrarnos dentro de la
iglesia, infiltrarnos en la comunidad educativa lentamente, e ir transformando
y ridiculizando las tradiciones que se han sostenido históricamente, con el fin
de ir destruyéndolas y formando la sociedad que nosotros queremos”, dijo.
“La conquista del poder cultural es previa a la del poder político, y esto se
logra mediante la acción concertada de los intelectuales llamados ‘orgánicos’
infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios”.
Fue la acción penetrante, sistemática,
incesante, del relato marxista en las escuelas y universidades, el que
consiguió que, muchos chilenos estén hoy convencidos de que el sistema
económico capitalista, el libre mercado, el que consiguió los logros innegables
arriba señalados, es un fracaso y había que cambiarlo y que para ello la
revolución era un deber. Un discurso tan potente que ni siquiera se detuvo
frente a los hechos, las cifras, los datos de un Chile que, sin discusión,
progresaba y dejaba atrás la pobreza, y que, en cambio, se abraza a Cuba y
Venezuela, que fracasan rotundamente. Es, otra vez, la realidad avasallada por
el relato, como en la negación del holocausto estalinista y maoísta, como en la
sublimación del Che Guevara, como en la deificación, de los Castro o de Chávez.
Chile es una advertencia, una alarma.
-* Escrito por Emiro Vera Suárez, Profesor en Ciencias Políticas.
Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico.
Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
AESCA. Trabajo en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y
La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño
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